¡Activa tu nervio «vago» para relajarte!

Nuestro nervio “vago” no tiene nada de “vago”, todo lo contrario. Para presentar a este nervio que compone nuestros doce pares de nervios craneales hay que decir que es el más largo de ellos y que se extiende desde nuestro tronco encefálico (la estructura encargada de recibir, procesar y regular la mayor parte de las funciones que se dan de forma automática en nuestro cuerpo) hasta nuestro abdomen. Se le denomina “vago” no porque sea el nervio que menos contribuya a las funciones de nuestro organismo, sino porque en latín vagus tiene el significado de errante, o que va de un lugar a otro. Esto es así porque desde que nace en el tronco cerebral aproximadamente detrás de las orejas, se extienda por cada lado del cuello, cruzando el pecho y llegando hasta el abdomen. En este recorrido el nervio vago conecta el tronco cerebral con casi todos los órganos del cuerpo: corazón, pulmones, estómago, intestinos, páncreas, hígado, riñones, bazo y vesícula. Ya desde este primer vistazo se puede observar su importancia si nos damos cuenta de que el nervio vago pasa a través de casi todos los órganos esenciales.

Pero, ¿Qué hace este nervio y porqué es TAN importante?

Citando a Habib (2019) nuestro nervio vago es “el director de la orquesta sinfónica del cuerpo humano”. Regula la función de numerosos órganos y células en nuestro cuerpo, pero solo puede hacerlo si funciona de modo óptimo. Debe ser capaz de detectar y transmitir la información adecuada a los numerosos órganos y células del cuerpo. La transmisión disfuncional de información conduce a una falta de armonía en el cuerpo, y a la larga a un estado de disfunción y enfermedades.

Algunas de las funciones del nervio vago son:

  • Transmite información relacionada con la actividad sensorial y muscular.
  • Permitiéndonos sentir presión, tacto, temperatura y humedad en la sección central de cada oído.
  • Controla la activación de los músculos de la faringe para posibilitar que traguemos.
  • Ayuda a controlar las vías respiratorias y las cuerdas vocales. De hecho, algo muy curioso es que una voz crónicamente ronca o una voz monótona que se cansa con facilidad pude indicar o ser síntoma de un bajo tono vagal (capacidad de transmisión de información) en esta rama del nervio. Igualmente, la irritación de este nervio puede causar también una tos severa.
  • Para el caso que nos ocupa, interviene en el control de la respiración de la siguiente manera: en los pulmones, la activación del nervio vago ralentiza la frecuencia respiratoria y hace que la respiración sea más profunda, dando lugar a la activación del sistema nervioso parasimpático y poniendo en marcha el mecanismo de relajación de nuestro organismo. Cuando una persona pasa del estado de lucha-o-huida a la fase de reposo-y-digestión, una respiración lenta y profunda activa el nervio vago y estimula el reflejo de relajación.
  • Interviene en el mantenimiento de una adecuada presión arterial.
  • Controla funciones del hígado.
  • Ayuda en el vaciado de la vesícula biliar.
  • Controla las señales de hambre y es necesario en las señales de saciedad puesto que esta se alcanza cuando nuestro cerebro recibe señales de este nervio.
  • Controla las funciones motoras de nuestro intestino.
  • Interviene en el mantenimiento óptimo y control de nuestras células del sistema inmunitario.
  • Controla la inflamación intestinal.
  • Transmite información del microbioma.

¿Entonces qué podemos hacer para estimular el nervio vago y experimentar una respuesta de relajación?

  1. Realizar respiraciones profundas y controladas.
    Cuando llevamos a cabo una respiración torácica o clavicular esto es indicativo de activación simpática. La respuesta antagónica es la respuesta parasimpática. Esta activación la logramos a través de respiraciones conscientes con exhalaciones largas y controladas. Un ejemplo para practicar sería cualquiera de los que he detallado en el blog con anterioridad.
  2. Estimulación del nervio vago a través del agua fría.
    En el último minuto de ducha permite que el agua fría caiga sobre tu nuca. Aunque inicialmente esto producirá cierta incomodidad y alterará tu respiración, procura adaptarte y respirar lo más consciente y profundamente que puedas.
  3. Dormir en posición lateral en la medida de lo posible.
    Dormir de costado puede contribuir a mejorar el tono vagal ya que es más fácil que las vías respiratorias permanezcan abiertas para el control de la respiración.
  4. Practicar Yoga y/o Tai Chi.
    Aunque no puedan ni deban compararse ambas disciplinas ni en sus orígenes ni en sus objetivos, ambas favorecen de manera consecuente a su práctica un mayor control de la respiración.
  5. Hacer gárgaras una vez al día.
    Al llevar a cabo esta actividad se estimula la activación del centro de deglución estimulando la actividad del nervio.
  6. Cantar, tararear, ¡reírse!
    Al estimular las cuerdas vocales con estos ejercicios se activa el nervio vago. Asimismo, son actividades que ponen en marcha la química del bienestar de nuestro organismo con lo que el efecto de relajación y sensación de bienestar es mucho mayor.

 

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