Estilos de apego en adultos: cómo reconocerlos y empezar a transformarlos.
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Imagina que diariamente te escribes con un amigo o amiga. Os gusta debatir temas de actualidad y muchas conversaciones giran en torno a ello. Otras tantas habláis de todos y de ningún tema en particular. La última vez que escribes, uno de tus mensajes no obtiene respuesta de vuelta. Es más, pasan varios días y tu mensaje sigue sin ser contestado. ¿Cómo podrías sentirte si tus pensamientos al respecto fuesen del tipo “seguro que se ha enfadado por algo que he escrito”; “cómo puede ser tan cerrado/a de mente, siempre quiere llevar la razón”; “ya he metido la pata de nuevo, no sé para qué hablo”? Por cada uno de estos ejemplos podría surgir una o varias emociones: vergüenza por haber dicho algo incorrecto, enfado con la otra parte, tristeza por sentirse socialmente inadecuado, entre otras muchas más. Además de que son pensamientos que están en los extremos, rígidos, poco adaptativos y poco flexibles.
Sin embargo, si desarrollásemos otro tipo de pensamiento menos polarizado o más neutro del tipo “es raro que no me haya respondido después de tanto tiempo, tal vez esté hasta arriba de trabajo” o “no sé qué ha pasado, si no me responde en unos días volveré a escribir a ver si está bien o ha sucedido algo”, ¿cómo nos sentiríamos?
¿Puedes pensar en alguna vez en que te sintieras frustrado, triste, o inquieto porque pensaste que alguien estaba enfadado contigo (pero no lo estaba)? ¿Recuerdas alguna vez en que te sentiste enfadado porque pensaste que alguien hizo algo para herirte a propósito (pero realmente no fue así)? A todos, a todas, nos ha sucedido alguna vez. Lo que nos afecta emocionalmente no es la realidad en sí, sino la interpretación que hacemos de esa realidad.
Y en la mayor parte de los casos este tipo de pensamientos aparecen en nuestra mente de forma súbita sin que apenas tengamos consciencia de cómo y/o porqué han aparecido tan rápido.
Me gustaría que ahora te fijases en la siguiente imagen y que seguidamente registrases los pensamientos que hayan aparecido por tu mente. No los analices ni los juzgues, simplemente percátate de ellos.

Todas las personas solemos llevar a cabo interpretaciones de manera automática. Puede considerarse que nuestras interpretaciones del mundo y nuestros pensamientos automáticos son biopsicosociales, esto es: en ellos influyen aspectos biológicos, aspectos psicológicos y experiencias vitales y socioculturales. Por ejemplo, que nuestro cerebro responda más rápido a determinados estímulos o que se activen en nosotros/as determinadas regiones cerebrales, que nuestro cuerpo sea más reactivo o tenga un umbral menor o mayor de activación ante ciertos sucesos, que poseamos determinados rasgos de personalidad (p.ej. neuroticismo), las experiencias de aprendizaje (directas o no) que hayamos tenido desde la infancia, el estilo de apego para con nuestros cuidadores primarios, el tipo de cultura (p.ej. individualista o colectivista) y/o sociedad en los que nos hemos desarrollado, etc.
Todo lo mencionado es tan solo una parte de aquello que pude influir en los procesos y contenidos de nuestra manera de pensar y nuestros pensamientos y nos hace seres únicos en cuanto a ello.
Y en cuanto a lo que nos une, y tenemos en común prácticamente todas las personas es que tendemos a interpretar las situaciones rápida y automáticamente. Algunas veces esos pensamientos automáticos son de ayuda. Imagina una situación en la que hay un peligro inminente, como un coche circulando rápidamente hacia ti. Probablemente te fijarías en un par de detalles importantes de la situación, como la velocidad a la que va y la distancia. Probablemente no te fijes en el color o el modelo del coche. En esta situación, fijarse en solo unos pocos detalles es de ayuda. Te permite responder rápidamente saltando a la acera.
Dos opciones (EN ESTA PUBLICACIÓN ME CENTRARÉ EN LA PRIMERA DE ELLAS Y DEJARÉ LA SEGUNDA PARA PUBLICACIONES POSTERIORES)
Desde el primer enfoque, más característico de la “Segunda Ola de la Psicología” tendríamos técnicas de corte cognitivo donde, a través de ellas, intentaremos detectar errores del pensamiento, cuestionarlos y modificar el contenido de los mismos para que sean más equilibrado y realistas y nos generen menor perturbación. La flexibilidad cognitiva incluye generar otras interpretaciones de las situaciones que te provocan emociones intensas. Aprender a ser más flexible en tu forma de pensar puede ayudarte a responder de maneras más adecuada a las emociones intensas y esto dará lugar, como consecuencia a que actúes también de manera más flexible. Cuando notes que estás cayendo en un error de pensamiento, hazte las siguientes preguntas para generar otras formas de pensamiento sobre las situaciones emocionales. En espacio con la línea es para que escribas ese pensamiento.
· ¿SÉ de seguro que ___________________ va a suceder o es cierto?
· ¿Qué pruebas o evidencias tengo a favor y en contra de ese pensamiento?
· ¿Está este pensamiento sobre _____________________________ favorecido o alimentado por las emociones intensas que estoy sintiendo?
· ¿En qué medida SIENTO que __________________ es cierto? ¿Cuál es la probabilidad más REALISTA de que ___________________ sea cierto?
· Si mi pensamiento ___________________ fuera cierto, ¿Podría afrontarlo?
· Dado lo anterior ¿Cómo lo podría manejar?
Para finalizar con esta publicación te dejo un breve texto a modo de reflexión:
Cuenta la leyenda que una vez un hermoso y fuerte roble se vanagloriaba de su poder y fortaleza y con ello se burlaba del junco que era su vecino, diciendo de forma habitual “yo soy más grande que tú y tengo poderosas ramas”. Al junco no le molestaban estas palabras, pero sí le entristecía la vanidad del roble.
Una noche, de manera inesperada, llegó la tormenta, azotando con sus fuertes vientos todo a su paso. El roble ofreció toda la resistencia que pudo, intentando vencer a la tormenta con toda la fortaleza que sabía poseía. Mientras que el junco, sabiamente, se movía con la dirección del viento, de manera flexible. Al día siguiente estaba el roble destrozado, arrancado de raíz y por el contrario, el junco había salido ileso ante la sorpresa del roble que no entendía cómo siendo tan débil, su vecino había sobrevivido a la tormenta.
Como el junco, una actitud flexible ante la vida, nos permite afrontar las vicisitudes que nos llegan, de manera que no nos rompan. Por el contrario, la rigidez psicológica, representada en esta metáfora por el roble, trae consigo sufrimiento y malestar y es la base fundamental de la mayoría de los problemas psicológicos. No podemos evitar que lleguen a nuestra vida tormentas que intenten destrozarnos, pero lo que sí podemos hacer es mantener una actitud de pensamientos y de conductas que sean flexibles.
Cuando el viento sopla fuerte, el junco se mueve a su compás, no es rígido, y cuando el vendaval pasa puede erguirse nuevamente saliendo airoso ante la adversidad. De esta manera también nosotros podemos adaptarnos a las circunstancias adversas siendo flexibles.
En el desarrollo de la flexibilidad psicológica está nuestra verdadera fortaleza.
> Y hasta aquí llega por hoy esta publicación. Espero que te haya sido de utilidad. Si es así, házmelo saber pulsando en el corazón. También puedes dejarme algún comentario, ¡te leo! Apuesta por tu bienestar y ¡no te pierdas ni uno solo de los contenidos que voy subiendo!
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