Relajación muscular para «ablandar»

Vivimos en un estado de ritmo frenético constante, por ello, el aprendizaje de la relajación no sólo es necesario sino esencial.

Debido a las conexiones entre la mente y el cuerpo, cualquier suceso a nivel mental tiene su proyección a nivel corporal. Si existe una perturbación a nivel anímico, nuestro sistema neuromuscular se tensa.

La relajación muscular sucede cuando termina la contracción de un músculo y las fibras vuelven a la posición original después de la terminación del impulso nervioso. Después de desarrollarse este proceso, las neuronas transmiten al cerebro la información de que el músculo se ha relajado.

La relajación propicia el equilibrio tanto del cuerpo como de la mente.

Es una estrategia de suma importancia ya que ejerce beneficios contrastables a nivel físico y mental. Sirve para:

  • Prevenir/ combatir el estrés.
  • Regular la tensión arterial.
  • Disminuir la irritabilidad y equilibrar otras emociones.
  • Mejora la concentración.
  • Aumenta la sensación de control hacia eventos.
  • Incide positivamente en la autoestima.
  • Reduce riesgo de lesiones musculares.

Cualquier persona, incluso la más tensa y nerviosa, puede aprender a relajarse con práctica y disciplina.

 

RELAJACIÓN MUSCULAR ABLANDAR BRAZOS

PEQUEÑO EJERCICIO PREVIO

– Piensa por un momento en una goma elástica. Si tienes una cerca, aún mejor. Si la sujetas de los dos extremos y los alejas, la goma se tensa, poniéndose dura. Si ahora aproximas las manos un poco, la goma perderá esa tensión, pero continuará estando tensa. Cuando la goma está blanca, completamente blanda y flácida, es cuando no hay tensión de ningún tipo.

INFORMACIÓN DE LAS SENSACIONES QUE PUEDE EXPERIMENTAR:

Cuando los músculos de las extremidades a trabajar en este ejercicio se relajen, aparecerán sensaciones tipo:

  • Sensación de que “el brazo pesa” sobre el reposabrazos del sillón o sobre la cama o esterilla.
  • Sensación de que el brazo es como si “flotase”
  • Sensación de que no se siente esa extremidad.

Esta información es la que hay que tomar a modo de señal para saber que los músculos que queremos relajar, efectivamente se han relajado.

PREPARACIÓN:

  • Tomar asiento en un sillón o silla con la espalda recta y bien apoyada. Las piernas han de estar flexionadas en ángulo recto y con las rodillas separadas. La cabeza también ha de estar suavemente apoyada, al igual que los brazos.
  • Si lo anterior no resultase posible, se adoptará postura decúbito supino (postura tumbada en el suelo mirando hacia arriba).
  • Procura que la temperatura de la habitación sea adecuada para no enfriarte.
  • Una vez realizados los pasos anteriores, lo ojos deben cerrarse. Esto es conveniente porque así es más fácil percibir las sensaciones del propio cuerpo.

EJECUCIÓN:

  • Observa tu cuerpo parte por parte, de abajo a arriba, para evitar estar tensando sin querer alguna zona concreta. Repara especialmente en la frente, ojos y dientes. En ocasiones no nos percatamos de si estamos, por ejemplo, cerrando los ojos o la mandíbula con más fuerza de la necesaria o arrugando con tensión nuestra frente.
  • Una vez realizado el escáner corporal y comprobado que no hay más tensión de la necesaria, repítete mentalmente: “Estoy relajado/a”. Da igual que no te sientas así en estos momentos, pero estás estableciendo una intención, un propósito de lo que quieres y vas a conseguir con este ejercicio.
  • Dirige tu atención al brazo derecho (si eres zurdo/a tu brazo dominante). Toma unos segundos para sentir el brazo en su totalidad. Repite mentalmente: “mi brazo derecho está relajado” “mi brazo derecho está blando”. Al pensar en blando, recuerda por un momento esa goma elástica sin ningún tipo de tensión, suelta, flácida. Y experimenta la sensación de relajación de tu brazo dominante ya sea de peso, de flotabilidad o de que no lo sientes.
  • Mismo que paso anterior, pero con el brazo izquierdo.
  • Ahora con los dos brazos, repite mentalmente 4 o 5 veces: Mis brazos están relajados” “mis brazos están blandos”
  • Cuando se hayan experimentado las sensaciones de relajación, se puede salir de ellas estirando y encogiendo enérgicamente un par de veces los brazos. Si prefieres quedarte con esta sensación de relajación no lleves a cabo esta fase de retroceso.

Este ejercicio se puede hacer de forma aislada, en el caso de que se experimente tensión en esas extremidades concretas, o como parte integrante de la relajación de todas nuestras extremidades para lograr una relajación muscular completa con las sensaciones de “ablandar” y “aflojar”. Existen variaciones y adaptaciones enriquecidas muy interesantes. Estate atenta, atento, a publicaciones posteriores 😉 .

Como siempre escribo, el adecuado aprendizaje de los ejercicios es fundamental. Esta técnica de relajación requiere de bastante práctica y entrenamiento. Por ello, es recomendable que, aun sabiendo la teoría y habiendo practicado de forma autónoma, puedas contar con orientación profesional para saber todos sus detalles y para su correcta interiorización.

> Y hasta aquí llega por hoy esta publicación. Espero que te haya sido de utilidad. Si es así, házmelo saber pulsando en el corazón. También puedes dejarme algún comentario, ¡te leo! Apuesta por tu bienestar y ¡no te pierdas ni uno solo de los contenidos que voy subiendo!

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